INSTITUTO DE PASTORAL

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    Mi primera conversión

    Hola, me llamo Carlos. Cuando tenía 17 años y vivía en San Cristobal con mi

    padre y su tercera pareja. Mi padre se había separado de mi madre cuando yo

    tenía seis años. Estaba en el último año de secundaria cuando junto con un grupo

    de amigos comenzamos a escuchar música rock y vestirnos de negro, nos

    llamábamos “rockeros” . Nos invitaron a la Iglesia (católica) y comenzamos a

    asistir a la reunión de jóvenes los domingos pero sin mucho interés, solo nos

    interesaba la música y utilizar los instrumentos musicales de la iglesia. Poco

    tiempo después, los líderes de la iglesia nos piden permiso para orar por nosotros,

    lo cual aceptamos. Nos hicieron arrodillarnos (éramos cuatro) y comenzaron orar

    por nosotros a viva voz (incluso en lenguas), decían cosas como “Señor salva a

    estos jóvenes! conviértelos!". Termino este episodio y salimos corriendo de aquella

    iglesia, nos sentíamos humillados y nos decíamos que NUNCA regresaríamos

    donde esos “LOCOS".

    Estábamos terminando la secundaria y yo comencé la Universidad que estaba en

    otra ciudad. Me fui a estudiar y regrese un mes después, y sorpresa : uno de mis

    amigos se había convertido, se volvió un fanático de Dios, y luego se convirtió otro

    más. Hasta que unos de esos días en que estaba en mi ciudad de visita, después

    de tanto insistir por mis amigos LOCOS Y FANATICOS, acepto la invitación a una

    VIGILIA DE ORACION. Comenzó a las 7 pm y terminó a las 7 am. Fue algo

    increíble, al día siguiente YO ERA OTRO. El Señor allano mi camino y me convertí

    YO TAMBIEN, el cambio fue muy notable, comencé a leer la biblia todos los días,

    toda mi vida cambio, mi familia cambio, mi relación con la esposa de mi padre

    mejoro, mis relaciones mejoraron. Fue la época mas feliz de mi vida. Nos

    reuníamos a orar, predicábamos, catequizábamos. Participamos en retiros,

    misiones, vimos milagros, vida cambiadas. Muchas bendiciones.

    Reflexión:

    1- Que te parece el testimonio de Carlos?

    2- Crees que el ciclo de acompañamiento termino ahí? Y si te parece que no,

    cuales mecanismo de acompañamiento se debería hacer con este grupo?

    3- Que pasaría con Carlos y sus amigos si no hay un acompañamiento?

    El diálogo pastoral

    El diálogo pastoral

    El diálogo pastoral es un proceso que avanza poco a poco,

    refleja las actitudes ante las personas y comunica la propia

    experiencia transformada en sabiduría existencial para la otra

    persona. El diálogo pastoral no da recetas mágicas ni suple al

    acompañado en la búsqueda de las respuestas que debe ir

    dando en su caminar creyente.

    Para que pueda existir diálogo pastoral hay que salir al

    encuentro del otro y buscar lugares conocidos de forma que se

    pueda entablar el diálogo. Muchas veces tendremos la

    sensación de perder el tiempo y de hacer un esfuerzo grande

    para desprendernos de nuestras seguridades y entrar en el

    terreno inseguro de la persona a la que se quiere ayudar. El

    pasaje evangélico de la samaritana (Jn 4,4-42) es un ejemplo

    referencial de diálogo pastoral. Veamos los pasos de que

    consta el relato:

    - Cuando la mujer llega al pozo Jesús ya está allí, sentado al

    borde del pozo. Se establece un diálogo que va pasando por

    momentos distintos.

    - Jesús comienza el diálogo expresando una necesidad, pues

    tiene sed, no puede sacar agua y pide de beber.

    - La petición de Jesús y él mismo son rechazados por

    prejuicios sociales heredados; la samaritana expresa el abismo

    entre judíos y samaritanos.

    - Jesus responde de una roana mucnc más personal y directa;

    ofrece un diálogc interpersonal y ofrece el don de Dios.

    - La mujer se siente sorprendida y manifiesta profunda

    admiración por la propuesta de Jesús. Algo importante ha

    pasado en el interior de la samaritana, pues cambia la actitud y

    las expresiones en el diálogo.

    - Jesús aprovecha esta situación nueva y habla a la samaritana

    en su propio lenguaje y de su vida cotidiana; en el transcurso

    de la conversación y de una forma casi imperceptible pasa a la

    iluminación de fe refiriéndose a agua viva, vida sin término,

    manantial interior, etc.

    - La samaritana termina pidiendo: "Señor, dame de esa agua;

    así no tendré nunca más sed, ni tendré que venir a buscarla".

    Hay apertura de horizonte, pero la mujer no llega al significado

    profundo de la fe.

    - Jesús recibe esta petición de la Samaritana y remite a la

    mujer a su vida; en este momento el diálogo adquiere una

    dimensión de revisión de vida (Jn 4,16-24). Desde una vida

    poco auténtica no se puede acoger el don de Dios. Esta

    confrontación de la vida con la verdad está teñida de

    compasión y misericordia, pero también de exigencia de un

    corazón auténtico. No hay posibilidad de huida o de disculpas.

    - El cambio de actitudes en la Samaritana propicia la

    experiencia de Dios, es el momento del reconocimiento de

    Jesús, es camino, verdad y vida que nos lleva al Padre y a una

    vida nueva.

    - La mujer deja el cántaro y va al pueblo a anunciar a sus

    vecinos todo lo que ha pasado y a quién ha encontrado. Y

    muchos samaritanos creyeron a partir del testimonio de aquella

    mujer. Más aún, ellos mismos tuvieron la experiencia de Dios y

    creyeron por sí mismos (Jn 4,29-42).

    4.1. La relación personal

    Es el medio concreto en el que se realiza el servicio del

    acompañamiento personal. Es encuentro entre dos personas y

    relación interpersonal que permita al acompañado percibirse a

    sí mismo tal y como se encuentra, así como el paso de Dios

    por su propia vida. Esta realidad hace que el acompañante se

    sienta principalmente como mediador de una relación en la que

    el Espíritu Santo y la gracia de Dios son los protagonistas. En

    este contexto se sitúa la relación de ayuda para que la persona

    acompañada madure en todas las facetas de su vida por el

    "crecimiento personal armónico de todas las potencialidades

    que el joven lleva dentro de sí, razón, afectividad, deseo de

    absoluto; una atención a su dimensión social, cultivando

    actitudes de solidaridad y de diálogo y estimulando un

    compromiso por la justicia y por una sociedad de talla humana;

    una preocupación por la dimensión cultural, pues la

    evangelización no es añadir un conocimiento religioso junto a

    contenidos que le resultan extraños" (O.P.J. n. 32).

    4.2. Orientar y guiar desde la no-directividad

    La ayuda personal y la efectiva requiere la concurrencia de tres

    instancias: las orientaciones exteriores, la relación

    interpersonal y el trabajo desde dentro. Esto supone que el

    acompañante es una persona con madurez afectiva y

    emocional, formación adecuada, coherencia entre lo que dice y

    hace y la aceptación incondicional de la persona a la que se

    ayuda. Si la relación de ayuda requiere todos estos requisitos,

    fácilmente se puede concluir que lo fundamental no es la

    aplicación de métodos o técnicas, sino de ser auténtico y de

    acoger a la otra persona con sus defectos y limitaciones. Sólo

    de esta forma el acompañante puede situarse en lugar de la

    persona acompañada y tratar de ver y sentir desde dentro de

    ella lo que vive y comunica. La relación de ayuda con estas

    características empieza con que el orientador haga una buena

    acogida que dé confianza y serenidad, y por una actitud de

    escucha atenta que manifieste a la otra persona que nos

    preocupamos por ella, por lo que está viviendo y por lo que nos

    cuenta. La escucha atenta ayuda al orientado a escucharse a

    sí mismo y a escuchar a Dios, lo cual constituye un dato

    importante ya que da unidad a la vida espiritual.

    Las intervenciones del acompañante como orientador tienen

    que tener tres características: deben reflejar lo que el orientado

    ha comunicado desde su propio marco referencial, han de

    ayudar al sujeto a conocer mejor su propia realidad y, al

    tiempo, le facilitarán el hallazgo de los medios para seguir

    avanzando como persona y como creyente.

    5. Acompañar el proyecto de vida cristiana

    Muchas veces hablamos del proyecto de vida dando por

    supuesto que en la base existe una personalidad madura. No

    siempre es así; por lo mismo el acompañamiento personal

    tratará como tema básico el de la madurez de las personas.

    También conviene recordar cómo la persona madura pone en

    juego su libertad y responsabilidad para elegir un proyecto

    concreto de vida.

    Toda elección debe ir precedida por un momento de escucha y

    otro momento de discernimiento. Hay que escuchar la propia

    historia, las experiencias más importantes, los momentos más

    significativos, las intuiciones del corazón, la afectividad

    profunda y las interpelaciones de las realidades sociales que

    nos rodean. Toda elección abre unas puertas y cierra otras;

    esto es doloroso, pero también posibilita el crecimiento

    personal y amplía el campo de nuestra libertad interior. El

    proyecto personal de vida nos permite ser nosotros mismos,

    nos libera de muchas manipulaciones y nos permite encauzar

    el futuro de forma creativa y responsable.

    En todo este proceso de escucha, y con vistas al

    discernimiento, es central el mundo de los sentimientos y de la

    afectividad. Analizar las consolaciones y desolaciones que

    invaden el corazón del creyente cuando lee el Evangelio,

    contempla los misterios de la vida de Cristo, revisa su vida y se

    sitúa en disponibilidad para lo que Dios quiera, es el mejor

    camino para fundamentar la vida y la fe desde lo vivido como

    unidad personal, es decir, desde la cabeza, el corazón y la

    voluntad.

    5.1. El proyecto de vida de Jesús ayuda a encontrar y discernir

    el propio proyecto

    Los proyectos de vida cristiana tienen una raíz común (la

    vocación bautismal), un ámbito de referencia (la comunidad

    cristiana) y apuntan a un horizonte (el Reino). Esto es así

    porque la referencia del creyente es la persona de Jesús;

    llegados aquí nos podemos preguntar: ¿cuál fue lo definitivo

    para Jesús, lo que orientó toda su vida? Es fácil de responder:

    hacer la voluntad del Padre, anunciar la Buena Noticia y salvar

    a la humanidad. La realidad del Reino proclamada e iniciada

    por Jesús es la que une voluntad de Dios, evangelio y

    salvación.

    El Reino irrumpe comunicándonos una experiencia nueva de

    Dios como Padre y situando a los hombres como hermanos

    desde unos nuevos valores y la opción preferencial por los

    pobres y sencillos.

    Las acciones liberadoras de Jesús, su solidaridad con los

    pequeños, enfermos, marginados, y pecadores, y las

    denuncias de orden vigente constituyen un proyecto alternativo

    de vida llevado adelante por el don gratuito del amor de Dios.

    La novedad del Evangelio se acoge y comprende desde la

    comunidad de discípulos de Jesús. Seguir a Jesús y acoger el

    Reino pasa por la incorporación al grupo que Jesús inicia con

    los Doce. Dentro de la comunidad cada uno encontrará el lugar

    y el servicio que Dios le pide en la animación de la comunidad

    y en la edificación del Reino.

    El crecimiento espiritual ayuda a los catecúmenos a seguir a

    Jesús de Galilea a Jerusalén, y a vivir todo lo que vivieron los

    Apóstoles en este itinerario de fe. El descubrimiento del

    proyecto de Jesús y sus actitudes personales respecto de la

    voluntad del Padre son elementos paradigmáticos para el

    creyente.

    5.2. El discernimiento de Jesús

    Hemos visto cómo lo central en la vida de Jesús fue hacer la

    voluntad del que le había enviado; con todo, su discernimiento

    también incluyó los medios apropiados para descubrir y hacer

    la voluntad del Padre. El medio más significativo que vivió

    Jesús fue la solidaridad con los más pobres; desde ahí amó sin

    límite a todos los hombres y asumió la cruz hasta el extremo de

    dar la vida.

    Es importantísimo que el acompañante ayude al acompañado

    a tener las mismas actitudes que tuvo Jesús, y que se podrían

    resumir en una fundamental: relativizar todo lo que no es el

    Reino de Dios y su justicia. Sólo desde esta actitud de

    disponibilidad total o indiferencia puede el creyente oír de

    forma inequívoca lo que Dios le pide. El acompañante espiritual

    hará todo lo posible para asegurar la objetividad del proceso de

    discernimiento y evitar que intereses poco evangélicos

    interfieran en la toma de decisiones. Cumpliendo este cometido

    el acompañante es fiel reflejo de lo que ocurre y testigo fiel del

    Dios vivo.

    mayor capacitación

    mayor capacitación, mayor inserción laboral. La Casa de la Juventud te da la oportunidad de formarte. Ven y serás parte del cambio

    Diplomado Introducción





    MATERIAL DE APOYO PROF. RAFAEL ALVAREZ

    Juventud y Revolución social: Algunos aportes sobre la situación juvenil en la

    actualidad.

    Rafael Álvarez de los Santos.

    Un breve contexto histórico.

    Esta época se caracteriza por la ambigüedad y por ser un momento de transición que

    cuestiona los últimos tiempos de una modernidad que fracasó, y no dio respuestas a

    las inquietudes del ser humano para vivir mejor.

    Cuestiona lo que estuvo vigente en los últimos tres siglos, los valores, la política, los

    modelos sociales, por eso estamos viviendo en crisis.

    Hay una tendencia a desconfiar de todos los postulados de la modernidad. De que el

    ser humano iba a encontrar el camino de la felicidad a través del uso de la razón, que

    iba a poder emanciparse y vivir en libertad. Que a través de la política, las ciencias

    sociales y la tecnología se iba a transformar la sociedad. Es una desconfianza en el

    pensamiento utópico.

    El socialismo como propuesta ideológica fracasó, y el liberalismo o capitalismo salvaje

    triunfó. Actualmente no hay competencia y este hecho fue proclamado como el

    pensamiento único.

    Los y las jóvenes de ahora son más realistas, las generaciones anteriores eran más

    idealistas. Son hedonistas como consecuencias de la época histórica en que les ha

    tocado vivir. No aceptan la doble moral de los adultos y de un mundo que fracasó en

    brindarle respuestas para su futuro, para las injusticias y las desigualdades.

    Es una época de incertidumbre y perplejidad, confusión, inseguridad y desconfianza.

    Recuperar las utopías es importante. Hay una crisis de certeza, no se sabe en qué se

    va a creer. Es una pérdida de lo que se daba por supuesto.

    La globalización ha traido una relativización de la vida. Nadie es absoluto porque hay

    otras formas de vivir. Todo es ambiguo, ni es bueno ni es malo, se respetan las

    diferencias, nada tiene que ser de una forma, lo diverso no es malo, sino rico. Todo lo

    anterior produce relativismo ético, pero también produce una demanda ética.

    Pero también la modernidad puso en cuestionamiento los valores cristianos, la fe fue

    relegada al plano de sustituta y Dios actuaría solamente cuando la ciencia no pudiera.

    La arrogancia intelectual de algunos autores les llevaría a proclamar la muerte de Dios.

    Muerto Dios quedaba sostenido en vilo la respuesta a la búsqueda de sentido y

    felicidad del ser humano.

    Es una sociedad movida por la lógica económica llamada Neoliberalismo cuyos

    valores ubicarán la felicidad, la respuesta a la búsqueda de sentido del ser humano en

    el consumo.

    En este modelo el ciudadano fue sustituido por el consumidor. Será el consumismo

    quien pasará a regir los valores de esta sociedad teniendo como principal blanco de

    público, o target como le llaman hoy, a los y las jóvenes.

    ¿Qué ha pasado con la Juventud de hoy en República Dominicana?

    En los años 60 y 70 la juventud era fervorosa, movida, se le llamaba revolucionaria. Era

    una juventud que creía fielmente en que se podía cambiar el mundo, tenían sueños,

    utopías, soñaban con un mundo más humano, con un mundo donde todos y todas

    fuéramos iguales.

    Pero las luchas revolucionarias no fueron suficientes y fue perdiéndose la fe en estas,

    se fue volviendo débil la razón para cantar una canción que se popularizara bastante

    en nuestras iglesias “hombres nuevos creadores de la historia, constructores de nueva

    humanidad”.

    Si observamos, en relación a personas por admirar y emular su ejemplo como modelo

    de lucha en nuestro país son jóvenes de esa época y podemos mencionar, por citar

    algunos ejemplos, a Manuel Aurelio Tavárez Justo, las hermanas Mirabal, Amín Abel,

    Amaury Germán Aristy, entre muchos otros.

    Luego llegamos a la década de los 80tas. Esta década es conocida en la historia como

    la “década perdida”. La razón al denominársele de esta manera es porque ninguna

    economía creció produciéndose grandes crisis a nivel de América Latina.

    Precisamente estas crisis económicas acentuaron el papel de los movimientos sociales

    encarnadas en manifestaciones públicas de rechazo a las salidas propuestas por los

    gobiernos de aquel entonces y exigiendo mejor calidad de vida.

    Y es así como llegamos a los inicios de la década de los 90tas. En este período llegan

    los desencantos, los desengaños, la evaluación de las luchas pasadas y al contrastarse

    con la situación social del momento la gente comenzó a darlas por perdidas.

    En este período comienza a surgir una juventud conformista, una juventud que decía

    “para qué sirvieron las luchas, quizás es mejor no hacerlas y dedicarnos a la

    generación de ingresos económicos pues eso es lo que importa”. Se crea la imagen de

    que para ser alguien y ser tomado en cuenta debes tener dinero y comienza una

    búsqueda del dinero como garante de reconocimiento social y de agenciarse el favor

    de la justicia.

    Los fracasos pasados se convirtieron en egoísmos, se rememoran las películas del

    viejo oeste donde prevalece la ley del más fuerte, el cine de Hollywood comienza a

    vendernos a Rambo, Rocky, el Demoledor... y sus películas de súper héroes de carne

    y hueso pues las imágenes que guardábamos era la de seres superiores a los

    humanos que no albergaban la finitud de la mortalidad.

    A partir de estas películas comienza a crearse una cultura de violencia y un afán por la

    apariencia física (recordemos que estos nuevos héroes eran hombres de gran

    corpulencia) y, por qué no, un nuevo prototipo del machismo encarnando estos

    hombres los nuevos gustos de las mujeres: el hombre alto, fuerte, de ojos azules...

    Es precisamente en esta década donde comienzan a surgir los tratados de superación

    personal donde se propone que no te puedes quedar atrás, que debes buscar la

    excelencia para “ser más”, inclusive más que los demás “porque tienes que tener

    mucho más (dinero, ropa, perfumes) para ser gente”. Incluso se escriben libros que te

    señalan cómo alcanzar el éxito, pero quienes lo escriben son personas de un nivel

    económico muy alto donde te describen su proeza de cómo llegaron a ser millonarios y

    por ende nos hacen pensar que el éxito depende de qué cantidad de dinero hayas

    podido acumular en tu vida.

    Aquí cambiará de sentido el concepto de sociedad pues el modelo que se nos presenta

    es la clase económica de apellidos sonoros, los barrios quedarán excluidos del

    concepto y pasarán a ser los malos de la película, los revoltosos, los violentos, los

    delincuentes, sólo teniendo poder económico tendrás estatus social y lo importante es

    que dejarás de parecerte a la clase que no es modelo para nadie: los pobres.

    La conclusión será la siguiente: un hombre o mujer de éxito será la persona que posee

    un nivel económico alto, no la persona que haya logrado tener una familia estable, una

    relación con Dios estable, relaciones humanas y sociales estables. La estabilidad y la

    felicidad sólo la dará el dinero, lo demás no tiene sentido.

    Todo esto nos alejó mucho más del compromiso social tan así que ya no tenemos

    personas que se nos presenten como ideales a seguir, el papel de los patriotas y

    líderes sociales pasará a ser ocupado por los deportistas o los artistas, personas cuyo

    éxito radica en las grandes fortunas que han obtenido, no en lo que hayan aportado a

    la transformación de sistemas de convivencias injustos.

    Y tiene uno que andar reviviendo a Duarte, Sánchez, Mella, Luperón, Caamaño, Ché

    Guevara, Mamá Tingó, entre otros tantos que en un determinado momento fueron

    jóvenes igual que la mayoría de la población dominicana, sólo que los modelos de

    referentes sociales no eran los grandes millonarios, sino el interés por la justicia. Y es

    así como nos hemos ido quedando con una sociedad sin referentes a quienes los

    jóvenes puedan idealizar.

    Comenzando el año dos mil nos encontrábamos con una juventud totalmente diferente:

    sin personalidad, sin compromiso social, temeroso de las relaciones y de las cosas

    serias, que gira como veleta “siempre guiada por el viento”, actúa de acuerdo a la

    coyuntura social actual (modas, música, bailes).

    La juventud pasará a ser determinada por la edad, los estudios y la no incorporación al

    trabajo laboral. Partiendo de estas premisas podemos afirmar que tenemos mucho

    menos jóvenes de los que biológicamente se cree porque el joven común tiene que

    trabajar y estudiar para poder superarse. Con este contexto juvenil no se veía mucha

    esperanza hasta finales de los noventas e inicios del año dos mil.

    Algo nuevo está naciendo.

    Las grandes rupturas históricas han tenido en su epicentro el alma de juventud; jóvenes

    atrevidos, contestatarios de los sistemas injustos, de las políticas excluyentes y de

    liderazgos corruptos. Esa intervención juvenil en el compromiso con la historia parece

    estar de regreso para alivio nuestro.

    Este regreso de lo juvenil como sujetos que protagonizan su propia historia está

    precedido de los enfoques asumidos en los conceptos de ciudadanía y la posterior

    reflexión sobre la subjetividad desde contextos empobrecidos y de vida negada; estos

    planteamientos traerán el renacer de los grandes movimientos sociales que hoy tienen

    presencia en diferentes países y el nuestro no es la excepción.

    Primero daremos un paseo por el plano internacional para terminar aterrizando en el

    plano local. Comenzamos por Egipto donde el cansancio de la perpetuidad de una

    persona en el poder hizo despertar el espíritu juvenil dormido iniciando lo que se llamó

    “la revolución de la juventud” el 25 de enero de 2011, y que dio al traste con el

    Gobierno despótico de Hosni Mubarack; se le llama de esta manera porque el

    promedio de los que ocuparon la Plaza Tahrir no sobrepasaban los 30 años y por el

    uso intensivo de las telecomunicaciones y las nuevas tecnologías, ya que estas

    protestas fueron convocadas a través de Facebook y twiter.

    En España los Indignados o el 15-M (Movimiento 15 de mayo) comenzó como una

    protesta juvenil contra la precariedad laboral, los recortes del presupuesto a la

    educación y el aumento de los créditos en las universidades. Estas manifestaciones

    encontraron eco en la población española y culminaron con el adelanto de las

    elecciones por parte del presidente de entonces Rodríguez Zapatero.

    En Libia, unos jóvenes iniciaron lo que es conocido como “La revuelta del 27 de febrero

    o el día de la ira”. En un primer momento el sentido era demandar reformas políticas y

    económicas, pero la manera en como respondió el gobierno hizo que se sumaran otras

    fuerzas que dieron al traste con la Caída de Gadafi.

    En Chile surgió un movimiento cuyo accionar fue conocido como “la revolución de los

    Pingüinos”. Un grupo de estudiantes de secundaria que se levantaron exigiendo calidad

    en la educación.

    En nuestro caso particular desde principios del 2000 la juventud ha venido mostrando

    señales de empoderamiento e incidencia muy significativas. Podríamos mencionar aquí

    hechos anteriores a la fecha que asumimos como referente, pero hemos preferido partir

    de la indicada por considerarlos más vigentes en la memoria no solo de los adultos,

    sino de los y las jóvenes.

    El surgimiento de Yatabueno y DeLuto (ambos disueltos), que se manifestaban en las

    zonas céntricas de la capital contra el Gobierno de Hipólito Mejía (2000-2004) y las

    actividades de Juventud Rebelde en 2003 y 2004 comenzaron a prefigurar una activa

    participación de los jóvenes en la vida política del país para este nuevo milenio;

    participación visible que venía en declive desde las movilizaciones estudiantiles de los

    60, 70 e inclusive desde mediados de los 80, aunque siempre han existido jóvenes

    participantes de los movimientos sociales y en el interior de la UASD nunca han

    desaparecido ciertos focos de resistencia.

    Dos grandes procesos con un fuerte componente juvenil se sucedieron durante los

    años 2004 y 2005, y fueron, la lucha contra el Rockash y contra la aprobación de la Ley

    Sectorial de Áreas Protegidas, que pretendía cercenar las playas del Parque Nacional

    Jaragua (en especial Bahía de las Águilas) y del Parque Nacional del Este; y la lucha

    contra el engendro de la Isla Artificial.

    En agosto de 2006, se realizó "La Otra Feria", donde un grupo de estudiantes de

    diferentes universidades y profesionales, decidieron reunirse para mostrar la Verdadera

    República Dominicana frente a "la mentira, la corrupción y la falsedad".

    El 2009 fue el año de la lucha contra la cementera en Los Haitises, la más masiva y

    destacada de las luchas del momento. Los jóvenes, los organizados y los

    independientes, llevaron la voz cantante en este exitoso proceso.

    El 2010 fue marcado por tres hitos: la lucha contra la Barrick Gold durante toda la

    primera mitad hasta las elecciones de mayo, el Comité Contra el Abuso Policial en

    agosto de 2010, que desarrolló una marcha contra la violencia; y las movilizaciones por

    el 4% para la educación, que aunque han unido al país, y tienen la participación de los

    empresarios, las ongs, los maestros y hasta de los campesinos, destaca la

    participación y empatía con los y las jóvenes desde sus diferentes expresiones

    asumidas especialmente por el grupo juvenil cerito y cruz quienes realizaron un video

    que subieron a youtube retratando la realidad de la educación dominicana.

    En el 2011 continua la lucha por el 4% para la educación concentrando a centenares

    de jóvenes en los puntos estratégicos y definidos para tal movilización.

    El 2012 tiene especial relevancia la lucha llevada a cabo por la Pastoral Juvenil en

    donde adolescentes y jóvenes se manifestaron rechazando las intenciones del

    congreso dominicano de aumentar las penas a los niños, niñas y adolescentes que

    cometieran algún hecho delictivo, acción que permanece puesto que las intenciones

    siguen intactas y falta por conocerse en el Senado de la República. En este orden

    también hubo un aporte de los NNAJ de Visión Mundial.

    Importante es resaltar que una vez se conoció el monto del déficit fiscal heredado de la

    gestión del ex presidente Leonel Fernández jóvenes de todo el país se movilizaron

    exigiendo se esclarecieran las causas y fuesen juzgados los responsables. Junto a

    estas acciones iniciaron un itinerario de juicios públicos en los que condenaban el

    desfalco al estado y exigían el cese de la impunidad rampante en el país.

    Estos eventos nos endulzan el paladar y nos devuelven la alegría de saber que no todo

    está perdido, que la juventud está renaciendo.

    Nuestro rol como Iglesia ante los posibles escenarios de incidencia social.

    En este tiempo de globalización, nuevas tecnologías y búsqueda de nuevas

    identidades el posibilitar organizaciones juveniles que puedan generar propuestas de

    ciudadanía y constitución de identidad es un verdadero reto que afrontar. Las y los

    jóvenes cada vez están más expuestas/os (llamados/as) tanto en los centros urbanos

    como en los suburbanos y rurales a fortalecer sus identidades desde visiones foráneas

    y ajenas a su historia y culturas.

    Los jóvenes son actualmente el público preferido del mercado consumidor, a ellos y a

    ellas se les invita a ser libres, a descubrir el secreto de la felicidad, a ser diferentes,

    únicos usando tal o cual marca. La cultura neoliberal promueve la construcción de

    individuos-objetos, seres no pensantes, presos de la fantasía y la apariencia. Nuestros

    jóvenes son víctimas de un mercado y modelo excluyente y de una modernización que

    ha promovido el individualismo alejando a las personas de las luchas por las causas

    colectivas y es así como nos hemos encaminado a una sociedad que difiere de las

    luchas sociales, nos ven como los malos de la película y se va buscando salidas

    individuales a problemas colectivos y sociales.

    En este orden el empoderamiento y participación de las organizaciones juveniles

    pueden aportar en los procesos sociales, económicos, políticos y culturales, en el

    seguimiento de políticas públicas que van encaminadas a ser enriquecidas y validadas

    con la participación de una ciudadanía juvenil organizada y consciente de la realidad en

    que se desarrolla.

    Es vital para estos y estas jóvenes el fortalecimiento de su identidad personal, social,

    colectiva desde la apropiación de su historia, la expresión de su creatividad y el

    desarrollo de sus propias iniciativas, desde una visión crítica de la sociedad que forman

    parte.

    Se impone la construcción social de una nueva ciudadanía juvenil que posibilite un

    mayor empoderamiento personal y colectivo con miras a la constitución de una

    juventud comprometida con la transformación social que favorezca que las y los

    jóvenes cuenten con espacios en los que les sean garantizados sus derechos y

    sobretodo se empoderen de los espacios de participación ciudadana.

    Estimular el desarrollo de una conciencia crítica.

    En nuestro trabajo con jóvenes será importante desarrollar en ellas y ellos un interés

    por la realidad en la cual viven. Este interés puede facilitarse a cualquier persona de

    cualquier edad, sabiendo por supuesto que las herramientas que utilizamos para

    conseguir este objetivo varían según muchísimos factores (dónde vive, quién es, qué

    quiere, etc.).

    Estas herramientas deben ser sólo eso: herramientas. Un martillo y unos clavos nunca

    sustituyen el trabajo de la persona obrera, aún si son necesarios o indispensables. Se

    ofrecen como instrumentos que deben facilitar a cada persona, a cada joven su propia

    búsqueda, de modo que se interese desde sí mismo en su realidad. Creemos en la

    capacidad de las y los jóvenes para entender a fondo su propio entorno, y por eso

    mismo tratamos de evitar explicarles ese entorno. Es suficiente, en la mayoría de los

    casos, con apenas facilitar las condiciones para que ellas y ellos mismos desarrollen

    una discusión acerca de un tema, y lo enfoquen desde diversos puntos de vista críticos.

    La conciencia crítica implica una visión activa (aún si en principio parte de lo pasivo o

    contemplativo) de la realidad. Sabemos que cada joven tiene sus propios rasgos físicos

    y emocionales, por lo tanto no hay dos conciencias iguales. Sabemos, además, que la

    realidad de cada joven es distinta: aún si viven en la misma comunidad, cada joven

    tiene su familia particular, sus amigos y amigas particulares, sus actividades

    particulares, y dado que su conciencia también es particular, entonces su relación con

    esa realidad obligatoriamente será también particular. Por lo tanto, la conciencia crítica

    debe ser apenas facilitada o, mejor aún, simplemente recomendada o provocada, de

    manera que surja de la riqueza interior de cada joven.

    El interés por la realidad no es algo que deba surgir de la noche a la mañana, pues de

    ser así, no habrá surgido de forma natural, y de la mañana a la noche habrá

    desaparecido. Por eso hablamos de DESARROLLAR una conciencia crítica. La

    conciencia crítica puede nacer del interés del joven por un pequeño fragmento de su

    realidad; dicho fragmento, si se somete a su conciencia crítica, la estimulará, la

    impulsará a generar preguntas que, a su vez, conducirán a otros fragmentos de la

    misma realidad, derivados de aquel primer fragmento. De este modo la conciencia

    crítica, tal como si se tratara del aprendizaje de un instrumento musical, cada vez

    tendrá más amplitud, y por tanto cubrirá cada vez más la realidad circundante del

    joven.

    Finalmente, como consecuencia de este desarrollo de la conciencia crítica surgen otros

    elementos. Hablamos de fomentar la libertad de expresión, y el desarrollo de una

    conciencia crítica inevitablemente estimula la libertad –y, más aún, la necesidad- de

    expresión en el joven. Hablamos de la creación de alternativas y propuestas desde los

    jóvenes y su realidad, y de una conciencia crítica de las cosas reales que provoca el

    sistema adultocéntrico (es decir, que gira en función de todo lo que es adulto); el

    desarrollo de una conciencia crítica inevitablemente conduce al joven a aprobar

    determinados elementos del sistema que condiciona su realidad, y por ende a

    condenar otros elementos de ese sistema, y esto lo conduce a proponer, por iniciativa

    propia, alternativas y propuestas para mejorar esa realidad. Esto, a su vez, lo conduce

    al compromiso con la transformación de su realidad social, pues se ha convertido ese

    compromiso en el compromiso que por naturaleza tiene para con sí mismo y sus

    intereses personales: ahora el bienestar de su entorno es su propio interés. Hablamos

    de la participación de las y los jóvenes en la toma de decisiones, y el desarrollo de una

    conciencia crítica (seguido por el compromiso del que hemos hablado) conduce

    inevitablemente a esa participación en la toma de decisiones; lo cual conduce a la

    descentralización del poder adulto céntrico, pues el desarrollo de una conciencia crítica,

    al fortalecer la identidad del joven, le confiere poder e incidencia reales sobre la

    realidad que lo rodea. Vemos nuestro trabajo como un esfuerzo por afirmarnos como

    sujetos capaces de tomar decisiones desde una perspectiva consciente y libre.

    ¿Qué espiritualidad promovemos?

    Los y las jóvenes piden respuestas éticas y buscando esa demanda han regresado a lo

    sagrado. El joven necesita respuestas éticas ante sus demandas existenciales, si no

    las encuentra en la historia la busca en lo sagrado

    En estos últimos tiempos ha habido un gran auge en occidente de las filosofías

    orientales, de la meditación y de todas las religiones.

    Como institución cristiana nuestro rol es seguir a Jesús, pero este seguimiento ha de

    darse desde el compromiso asumido con las causas de los y las empobrecidos y

    vulnerables.

    Aquí la espiritualidad no ha de ser concebida desde mi relación con Dios de manera

    exclusiva, esta espiritualidad es comprendida como la hermenéutica de la historia que

    explicita y reflexiona críticamente los cimientos que dan soportes a las esperanzas y

    visiones de mundo de las corrientes teóricas y sociales.

    La espiritualidad significa aquí la conciencia de que el mundo es un fenómeno, que no

    es la verdad absoluta ni lo último. La espiritualidad es la esperanza de que la injusticia

    que caracteriza al mundo no puede permanecer así, que lo injusto no puede

    considerarse como la última palabra, porque el Dios de la vida es el Dios de la justicia y

    ha venido para que tengamos vida en abundancia y quienes creemos en él sabemos

    que así será y que por eso vivimos y luchamos.

    Esta concepción espiritual nos debe conducir a ponernos del lado de los que sufren,

    sobretodo cuando los sufrimientos de las personas son irrespetados, no son tomados

    en consideración.

    No es la riqueza la que confiere dignidad y justicia a nuestra existencia; nuestra

    existencia está justificada y somos dignos antes de la riqueza, el poder o el éxito, pues

    somos justificados por la gracia de Dios del mismo que se vació del poder porque ama

    gratuitamente a toda la humanidad y a toda la creación.

    Nuestro gran desafío es ayudar a las personas a entender que la revelación divina es

    un proceso donde el ser humano no aprende cosas, sino que aprende a aprender a ser

    humano.

    Nuestro desafío es la lucha por la construcción de relaciones sociales y económicas

    que permitan una vida digna para todas las personas y en la esperanza que nace de la

    muerte y resurrección de Cristo Jesús. La vida tiene sentido, el sufrimiento no porque lo

    que Dios ha concebido para el ser humano es un proyecto de felicidad y lo que esté

    fuere de ese proyecto no es de Dios.

    El cambio no se dará solamente con movilizaciones sociales e incidencia contra el

    sistema injusto, se requiere de una verdadera revolución espiritual. Una espiritualidad

    vivida como un camino que nos lleva a descubrir nuestra condición humana y

    reconciliarnos con ella.

    Esa reconciliación nos permite, y al mismo tiempo se da en la medida que

    compartamos con otras personas y grupos los sufrimientos, los miedos y las

    inseguridades (compasión), y también las esperanzas, luchas y alegrías (solidaridad).

    Sin el encuentro con las personas que sufren, el cual acontece en la compasión y la

    lucha solidaria, no hay encuentro con migo mismo y con el espíritu en medio de

    nosotros y nosotras y sin esos encuentros no existe reconciliación.

    La espiritualidad es el sentido último de la vida que mueve a las personas y a la

    sociedad y por ello es importante que tengamos en cuenta que sin la revolución

    espiritual no habrá verdadera revolución social.

    Justo es recordar las palabras que en su momento dijera San Pedro Poveda con las que nos

    invitaba a asumir el compromiso con la transformación de la realidad “¿Quiénes son los más

    valientes, intrépidos, arriesgados?

    Los y las Jóvenes. ¿Quiénes son los que tienen ideales? Los y las jóvenes.

    Preguntarán: ¿Qué podemos hacer? Ustedes pueden transformar el mundo, ni más ni

    menos.

    !Oh Juventud, arma poderosa, brazo casi omnipotente, fuerza del mundo!

    S. Pedro Poveda.

    ¿Cuáles eventos pueden identificar en sus comunidades que hayan implicado alguna

    acción importante promovidas por los y las jóvenes?

    ¿Cómo definen el compromiso social de la juventud en sus comunidades?

    ¿Qué haría falta para que exista una juventud comprometida en sus comunidades?

    ¿Cómo pueden aportar para que la juventud desarrolle un compromiso social con sus

    comunidades?

Latest Post

Hola, me llamo Carlos. Cuando tenía 17 años y vivía en San Cristobal con mi

padre y su tercera pareja. Mi padre se había separado de mi madre cuando yo

tenía seis años. Estaba en el último año de secundaria cuando junto con un grupo

de amigos comenzamos a escuchar música rock y vestirnos de negro, nos

llamábamos “rockeros” . Nos invitaron a la Iglesia (católica) y comenzamos a

asistir a la reunión de jóvenes los domingos pero sin mucho interés, solo nos

interesaba la música y utilizar los instrumentos musicales de la iglesia. Poco

tiempo después, los líderes de la iglesia nos piden permiso para orar por nosotros,

lo cual aceptamos. Nos hicieron arrodillarnos (éramos cuatro) y comenzaron orar

por nosotros a viva voz (incluso en lenguas), decían cosas como “Señor salva a

estos jóvenes! conviértelos!". Termino este episodio y salimos corriendo de aquella

iglesia, nos sentíamos humillados y nos decíamos que NUNCA regresaríamos

donde esos “LOCOS".

Estábamos terminando la secundaria y yo comencé la Universidad que estaba en

otra ciudad. Me fui a estudiar y regrese un mes después, y sorpresa : uno de mis

amigos se había convertido, se volvió un fanático de Dios, y luego se convirtió otro

más. Hasta que unos de esos días en que estaba en mi ciudad de visita, después

de tanto insistir por mis amigos LOCOS Y FANATICOS, acepto la invitación a una

VIGILIA DE ORACION. Comenzó a las 7 pm y terminó a las 7 am. Fue algo

increíble, al día siguiente YO ERA OTRO. El Señor allano mi camino y me convertí

YO TAMBIEN, el cambio fue muy notable, comencé a leer la biblia todos los días,

toda mi vida cambio, mi familia cambio, mi relación con la esposa de mi padre

mejoro, mis relaciones mejoraron. Fue la época mas feliz de mi vida. Nos

reuníamos a orar, predicábamos, catequizábamos. Participamos en retiros,

misiones, vimos milagros, vida cambiadas. Muchas bendiciones.

Reflexión:

1- Que te parece el testimonio de Carlos?

2- Crees que el ciclo de acompañamiento termino ahí? Y si te parece que no,

cuales mecanismo de acompañamiento se debería hacer con este grupo?

3- Que pasaría con Carlos y sus amigos si no hay un acompañamiento?
El diálogo pastoral

El diálogo pastoral es un proceso que avanza poco a poco,

refleja las actitudes ante las personas y comunica la propia

experiencia transformada en sabiduría existencial para la otra

persona. El diálogo pastoral no da recetas mágicas ni suple al

acompañado en la búsqueda de las respuestas que debe ir

dando en su caminar creyente.

Para que pueda existir diálogo pastoral hay que salir al

encuentro del otro y buscar lugares conocidos de forma que se

pueda entablar el diálogo. Muchas veces tendremos la

sensación de perder el tiempo y de hacer un esfuerzo grande

para desprendernos de nuestras seguridades y entrar en el

terreno inseguro de la persona a la que se quiere ayudar. El

pasaje evangélico de la samaritana (Jn 4,4-42) es un ejemplo

referencial de diálogo pastoral. Veamos los pasos de que

consta el relato:

- Cuando la mujer llega al pozo Jesús ya está allí, sentado al

borde del pozo. Se establece un diálogo que va pasando por

momentos distintos.

- Jesús comienza el diálogo expresando una necesidad, pues

tiene sed, no puede sacar agua y pide de beber.

- La petición de Jesús y él mismo son rechazados por

prejuicios sociales heredados; la samaritana expresa el abismo

entre judíos y samaritanos.

- Jesus responde de una roana mucnc más personal y directa;

ofrece un diálogc interpersonal y ofrece el don de Dios.

- La mujer se siente sorprendida y manifiesta profunda

admiración por la propuesta de Jesús. Algo importante ha

pasado en el interior de la samaritana, pues cambia la actitud y

las expresiones en el diálogo.

- Jesús aprovecha esta situación nueva y habla a la samaritana

en su propio lenguaje y de su vida cotidiana; en el transcurso

de la conversación y de una forma casi imperceptible pasa a la

iluminación de fe refiriéndose a agua viva, vida sin término,

manantial interior, etc.

- La samaritana termina pidiendo: "Señor, dame de esa agua;

así no tendré nunca más sed, ni tendré que venir a buscarla".

Hay apertura de horizonte, pero la mujer no llega al significado

profundo de la fe.

- Jesús recibe esta petición de la Samaritana y remite a la

mujer a su vida; en este momento el diálogo adquiere una

dimensión de revisión de vida (Jn 4,16-24). Desde una vida

poco auténtica no se puede acoger el don de Dios. Esta

confrontación de la vida con la verdad está teñida de

compasión y misericordia, pero también de exigencia de un

corazón auténtico. No hay posibilidad de huida o de disculpas.

- El cambio de actitudes en la Samaritana propicia la

experiencia de Dios, es el momento del reconocimiento de

Jesús, es camino, verdad y vida que nos lleva al Padre y a una

vida nueva.

- La mujer deja el cántaro y va al pueblo a anunciar a sus

vecinos todo lo que ha pasado y a quién ha encontrado. Y

muchos samaritanos creyeron a partir del testimonio de aquella

mujer. Más aún, ellos mismos tuvieron la experiencia de Dios y

creyeron por sí mismos (Jn 4,29-42).

4.1. La relación personal

Es el medio concreto en el que se realiza el servicio del

acompañamiento personal. Es encuentro entre dos personas y

relación interpersonal que permita al acompañado percibirse a

sí mismo tal y como se encuentra, así como el paso de Dios

por su propia vida. Esta realidad hace que el acompañante se

sienta principalmente como mediador de una relación en la que

el Espíritu Santo y la gracia de Dios son los protagonistas. En

este contexto se sitúa la relación de ayuda para que la persona

acompañada madure en todas las facetas de su vida por el

"crecimiento personal armónico de todas las potencialidades

que el joven lleva dentro de sí, razón, afectividad, deseo de

absoluto; una atención a su dimensión social, cultivando

actitudes de solidaridad y de diálogo y estimulando un

compromiso por la justicia y por una sociedad de talla humana;

una preocupación por la dimensión cultural, pues la

evangelización no es añadir un conocimiento religioso junto a

contenidos que le resultan extraños" (O.P.J. n. 32).

4.2. Orientar y guiar desde la no-directividad

La ayuda personal y la efectiva requiere la concurrencia de tres

instancias: las orientaciones exteriores, la relación

interpersonal y el trabajo desde dentro. Esto supone que el

acompañante es una persona con madurez afectiva y

emocional, formación adecuada, coherencia entre lo que dice y

hace y la aceptación incondicional de la persona a la que se

ayuda. Si la relación de ayuda requiere todos estos requisitos,

fácilmente se puede concluir que lo fundamental no es la

aplicación de métodos o técnicas, sino de ser auténtico y de

acoger a la otra persona con sus defectos y limitaciones. Sólo

de esta forma el acompañante puede situarse en lugar de la

persona acompañada y tratar de ver y sentir desde dentro de

ella lo que vive y comunica. La relación de ayuda con estas

características empieza con que el orientador haga una buena

acogida que dé confianza y serenidad, y por una actitud de

escucha atenta que manifieste a la otra persona que nos

preocupamos por ella, por lo que está viviendo y por lo que nos

cuenta. La escucha atenta ayuda al orientado a escucharse a

sí mismo y a escuchar a Dios, lo cual constituye un dato

importante ya que da unidad a la vida espiritual.

Las intervenciones del acompañante como orientador tienen

que tener tres características: deben reflejar lo que el orientado

ha comunicado desde su propio marco referencial, han de

ayudar al sujeto a conocer mejor su propia realidad y, al

tiempo, le facilitarán el hallazgo de los medios para seguir

avanzando como persona y como creyente.

5. Acompañar el proyecto de vida cristiana

Muchas veces hablamos del proyecto de vida dando por

supuesto que en la base existe una personalidad madura. No

siempre es así; por lo mismo el acompañamiento personal

tratará como tema básico el de la madurez de las personas.

También conviene recordar cómo la persona madura pone en

juego su libertad y responsabilidad para elegir un proyecto

concreto de vida.

Toda elección debe ir precedida por un momento de escucha y

otro momento de discernimiento. Hay que escuchar la propia

historia, las experiencias más importantes, los momentos más

significativos, las intuiciones del corazón, la afectividad

profunda y las interpelaciones de las realidades sociales que

nos rodean. Toda elección abre unas puertas y cierra otras;

esto es doloroso, pero también posibilita el crecimiento

personal y amplía el campo de nuestra libertad interior. El

proyecto personal de vida nos permite ser nosotros mismos,

nos libera de muchas manipulaciones y nos permite encauzar

el futuro de forma creativa y responsable.

En todo este proceso de escucha, y con vistas al

discernimiento, es central el mundo de los sentimientos y de la

afectividad. Analizar las consolaciones y desolaciones que

invaden el corazón del creyente cuando lee el Evangelio,

contempla los misterios de la vida de Cristo, revisa su vida y se

sitúa en disponibilidad para lo que Dios quiera, es el mejor

camino para fundamentar la vida y la fe desde lo vivido como

unidad personal, es decir, desde la cabeza, el corazón y la

voluntad.

5.1. El proyecto de vida de Jesús ayuda a encontrar y discernir

el propio proyecto

Los proyectos de vida cristiana tienen una raíz común (la

vocación bautismal), un ámbito de referencia (la comunidad

cristiana) y apuntan a un horizonte (el Reino). Esto es así

porque la referencia del creyente es la persona de Jesús;

llegados aquí nos podemos preguntar: ¿cuál fue lo definitivo

para Jesús, lo que orientó toda su vida? Es fácil de responder:

hacer la voluntad del Padre, anunciar la Buena Noticia y salvar

a la humanidad. La realidad del Reino proclamada e iniciada

por Jesús es la que une voluntad de Dios, evangelio y

salvación.

El Reino irrumpe comunicándonos una experiencia nueva de

Dios como Padre y situando a los hombres como hermanos

desde unos nuevos valores y la opción preferencial por los

pobres y sencillos.

Las acciones liberadoras de Jesús, su solidaridad con los

pequeños, enfermos, marginados, y pecadores, y las

denuncias de orden vigente constituyen un proyecto alternativo

de vida llevado adelante por el don gratuito del amor de Dios.

La novedad del Evangelio se acoge y comprende desde la

comunidad de discípulos de Jesús. Seguir a Jesús y acoger el

Reino pasa por la incorporación al grupo que Jesús inicia con

los Doce. Dentro de la comunidad cada uno encontrará el lugar

y el servicio que Dios le pide en la animación de la comunidad

y en la edificación del Reino.

El crecimiento espiritual ayuda a los catecúmenos a seguir a

Jesús de Galilea a Jerusalén, y a vivir todo lo que vivieron los

Apóstoles en este itinerario de fe. El descubrimiento del

proyecto de Jesús y sus actitudes personales respecto de la

voluntad del Padre son elementos paradigmáticos para el

creyente.

5.2. El discernimiento de Jesús

Hemos visto cómo lo central en la vida de Jesús fue hacer la

voluntad del que le había enviado; con todo, su discernimiento

también incluyó los medios apropiados para descubrir y hacer

la voluntad del Padre. El medio más significativo que vivió

Jesús fue la solidaridad con los más pobres; desde ahí amó sin

límite a todos los hombres y asumió la cruz hasta el extremo de

dar la vida.

Es importantísimo que el acompañante ayude al acompañado

a tener las mismas actitudes que tuvo Jesús, y que se podrían

resumir en una fundamental: relativizar todo lo que no es el

Reino de Dios y su justicia. Sólo desde esta actitud de

disponibilidad total o indiferencia puede el creyente oír de

forma inequívoca lo que Dios le pide. El acompañante espiritual

hará todo lo posible para asegurar la objetividad del proceso de

discernimiento y evitar que intereses poco evangélicos

interfieran en la toma de decisiones. Cumpliendo este cometido

el acompañante es fiel reflejo de lo que ocurre y testigo fiel del

Dios vivo.

mayor capacitación, mayor inserción laboral. La Casa de la Juventud te da la oportunidad de formarte. Ven y serás parte del cambio





Juventud y Revolución social: Algunos aportes sobre la situación juvenil en la

actualidad.

Rafael Álvarez de los Santos.

Un breve contexto histórico.

Esta época se caracteriza por la ambigüedad y por ser un momento de transición que

cuestiona los últimos tiempos de una modernidad que fracasó, y no dio respuestas a

las inquietudes del ser humano para vivir mejor.

Cuestiona lo que estuvo vigente en los últimos tres siglos, los valores, la política, los

modelos sociales, por eso estamos viviendo en crisis.

Hay una tendencia a desconfiar de todos los postulados de la modernidad. De que el

ser humano iba a encontrar el camino de la felicidad a través del uso de la razón, que

iba a poder emanciparse y vivir en libertad. Que a través de la política, las ciencias

sociales y la tecnología se iba a transformar la sociedad. Es una desconfianza en el

pensamiento utópico.

El socialismo como propuesta ideológica fracasó, y el liberalismo o capitalismo salvaje

triunfó. Actualmente no hay competencia y este hecho fue proclamado como el

pensamiento único.

Los y las jóvenes de ahora son más realistas, las generaciones anteriores eran más

idealistas. Son hedonistas como consecuencias de la época histórica en que les ha

tocado vivir. No aceptan la doble moral de los adultos y de un mundo que fracasó en

brindarle respuestas para su futuro, para las injusticias y las desigualdades.

Es una época de incertidumbre y perplejidad, confusión, inseguridad y desconfianza.

Recuperar las utopías es importante. Hay una crisis de certeza, no se sabe en qué se

va a creer. Es una pérdida de lo que se daba por supuesto.

La globalización ha traido una relativización de la vida. Nadie es absoluto porque hay

otras formas de vivir. Todo es ambiguo, ni es bueno ni es malo, se respetan las

diferencias, nada tiene que ser de una forma, lo diverso no es malo, sino rico. Todo lo

anterior produce relativismo ético, pero también produce una demanda ética.

Pero también la modernidad puso en cuestionamiento los valores cristianos, la fe fue

relegada al plano de sustituta y Dios actuaría solamente cuando la ciencia no pudiera.

La arrogancia intelectual de algunos autores les llevaría a proclamar la muerte de Dios.

Muerto Dios quedaba sostenido en vilo la respuesta a la búsqueda de sentido y

felicidad del ser humano.

Es una sociedad movida por la lógica económica llamada Neoliberalismo cuyos

valores ubicarán la felicidad, la respuesta a la búsqueda de sentido del ser humano en

el consumo.

En este modelo el ciudadano fue sustituido por el consumidor. Será el consumismo

quien pasará a regir los valores de esta sociedad teniendo como principal blanco de

público, o target como le llaman hoy, a los y las jóvenes.

¿Qué ha pasado con la Juventud de hoy en República Dominicana?

En los años 60 y 70 la juventud era fervorosa, movida, se le llamaba revolucionaria. Era

una juventud que creía fielmente en que se podía cambiar el mundo, tenían sueños,

utopías, soñaban con un mundo más humano, con un mundo donde todos y todas

fuéramos iguales.

Pero las luchas revolucionarias no fueron suficientes y fue perdiéndose la fe en estas,

se fue volviendo débil la razón para cantar una canción que se popularizara bastante

en nuestras iglesias “hombres nuevos creadores de la historia, constructores de nueva

humanidad”.

Si observamos, en relación a personas por admirar y emular su ejemplo como modelo

de lucha en nuestro país son jóvenes de esa época y podemos mencionar, por citar

algunos ejemplos, a Manuel Aurelio Tavárez Justo, las hermanas Mirabal, Amín Abel,

Amaury Germán Aristy, entre muchos otros.

Luego llegamos a la década de los 80tas. Esta década es conocida en la historia como

la “década perdida”. La razón al denominársele de esta manera es porque ninguna

economía creció produciéndose grandes crisis a nivel de América Latina.

Precisamente estas crisis económicas acentuaron el papel de los movimientos sociales

encarnadas en manifestaciones públicas de rechazo a las salidas propuestas por los

gobiernos de aquel entonces y exigiendo mejor calidad de vida.

Y es así como llegamos a los inicios de la década de los 90tas. En este período llegan

los desencantos, los desengaños, la evaluación de las luchas pasadas y al contrastarse

con la situación social del momento la gente comenzó a darlas por perdidas.

En este período comienza a surgir una juventud conformista, una juventud que decía

“para qué sirvieron las luchas, quizás es mejor no hacerlas y dedicarnos a la

generación de ingresos económicos pues eso es lo que importa”. Se crea la imagen de

que para ser alguien y ser tomado en cuenta debes tener dinero y comienza una

búsqueda del dinero como garante de reconocimiento social y de agenciarse el favor

de la justicia.

Los fracasos pasados se convirtieron en egoísmos, se rememoran las películas del

viejo oeste donde prevalece la ley del más fuerte, el cine de Hollywood comienza a

vendernos a Rambo, Rocky, el Demoledor... y sus películas de súper héroes de carne

y hueso pues las imágenes que guardábamos era la de seres superiores a los

humanos que no albergaban la finitud de la mortalidad.

A partir de estas películas comienza a crearse una cultura de violencia y un afán por la

apariencia física (recordemos que estos nuevos héroes eran hombres de gran

corpulencia) y, por qué no, un nuevo prototipo del machismo encarnando estos

hombres los nuevos gustos de las mujeres: el hombre alto, fuerte, de ojos azules...

Es precisamente en esta década donde comienzan a surgir los tratados de superación

personal donde se propone que no te puedes quedar atrás, que debes buscar la

excelencia para “ser más”, inclusive más que los demás “porque tienes que tener

mucho más (dinero, ropa, perfumes) para ser gente”. Incluso se escriben libros que te

señalan cómo alcanzar el éxito, pero quienes lo escriben son personas de un nivel

económico muy alto donde te describen su proeza de cómo llegaron a ser millonarios y

por ende nos hacen pensar que el éxito depende de qué cantidad de dinero hayas

podido acumular en tu vida.

Aquí cambiará de sentido el concepto de sociedad pues el modelo que se nos presenta

es la clase económica de apellidos sonoros, los barrios quedarán excluidos del

concepto y pasarán a ser los malos de la película, los revoltosos, los violentos, los

delincuentes, sólo teniendo poder económico tendrás estatus social y lo importante es

que dejarás de parecerte a la clase que no es modelo para nadie: los pobres.

La conclusión será la siguiente: un hombre o mujer de éxito será la persona que posee

un nivel económico alto, no la persona que haya logrado tener una familia estable, una

relación con Dios estable, relaciones humanas y sociales estables. La estabilidad y la

felicidad sólo la dará el dinero, lo demás no tiene sentido.

Todo esto nos alejó mucho más del compromiso social tan así que ya no tenemos

personas que se nos presenten como ideales a seguir, el papel de los patriotas y

líderes sociales pasará a ser ocupado por los deportistas o los artistas, personas cuyo

éxito radica en las grandes fortunas que han obtenido, no en lo que hayan aportado a

la transformación de sistemas de convivencias injustos.

Y tiene uno que andar reviviendo a Duarte, Sánchez, Mella, Luperón, Caamaño, Ché

Guevara, Mamá Tingó, entre otros tantos que en un determinado momento fueron

jóvenes igual que la mayoría de la población dominicana, sólo que los modelos de

referentes sociales no eran los grandes millonarios, sino el interés por la justicia. Y es

así como nos hemos ido quedando con una sociedad sin referentes a quienes los

jóvenes puedan idealizar.

Comenzando el año dos mil nos encontrábamos con una juventud totalmente diferente:

sin personalidad, sin compromiso social, temeroso de las relaciones y de las cosas

serias, que gira como veleta “siempre guiada por el viento”, actúa de acuerdo a la

coyuntura social actual (modas, música, bailes).

La juventud pasará a ser determinada por la edad, los estudios y la no incorporación al

trabajo laboral. Partiendo de estas premisas podemos afirmar que tenemos mucho

menos jóvenes de los que biológicamente se cree porque el joven común tiene que

trabajar y estudiar para poder superarse. Con este contexto juvenil no se veía mucha

esperanza hasta finales de los noventas e inicios del año dos mil.

Algo nuevo está naciendo.

Las grandes rupturas históricas han tenido en su epicentro el alma de juventud; jóvenes

atrevidos, contestatarios de los sistemas injustos, de las políticas excluyentes y de

liderazgos corruptos. Esa intervención juvenil en el compromiso con la historia parece

estar de regreso para alivio nuestro.

Este regreso de lo juvenil como sujetos que protagonizan su propia historia está

precedido de los enfoques asumidos en los conceptos de ciudadanía y la posterior

reflexión sobre la subjetividad desde contextos empobrecidos y de vida negada; estos

planteamientos traerán el renacer de los grandes movimientos sociales que hoy tienen

presencia en diferentes países y el nuestro no es la excepción.

Primero daremos un paseo por el plano internacional para terminar aterrizando en el

plano local. Comenzamos por Egipto donde el cansancio de la perpetuidad de una

persona en el poder hizo despertar el espíritu juvenil dormido iniciando lo que se llamó

“la revolución de la juventud” el 25 de enero de 2011, y que dio al traste con el

Gobierno despótico de Hosni Mubarack; se le llama de esta manera porque el

promedio de los que ocuparon la Plaza Tahrir no sobrepasaban los 30 años y por el

uso intensivo de las telecomunicaciones y las nuevas tecnologías, ya que estas

protestas fueron convocadas a través de Facebook y twiter.

En España los Indignados o el 15-M (Movimiento 15 de mayo) comenzó como una

protesta juvenil contra la precariedad laboral, los recortes del presupuesto a la

educación y el aumento de los créditos en las universidades. Estas manifestaciones

encontraron eco en la población española y culminaron con el adelanto de las

elecciones por parte del presidente de entonces Rodríguez Zapatero.

En Libia, unos jóvenes iniciaron lo que es conocido como “La revuelta del 27 de febrero

o el día de la ira”. En un primer momento el sentido era demandar reformas políticas y

económicas, pero la manera en como respondió el gobierno hizo que se sumaran otras

fuerzas que dieron al traste con la Caída de Gadafi.

En Chile surgió un movimiento cuyo accionar fue conocido como “la revolución de los

Pingüinos”. Un grupo de estudiantes de secundaria que se levantaron exigiendo calidad

en la educación.

En nuestro caso particular desde principios del 2000 la juventud ha venido mostrando

señales de empoderamiento e incidencia muy significativas. Podríamos mencionar aquí

hechos anteriores a la fecha que asumimos como referente, pero hemos preferido partir

de la indicada por considerarlos más vigentes en la memoria no solo de los adultos,

sino de los y las jóvenes.

El surgimiento de Yatabueno y DeLuto (ambos disueltos), que se manifestaban en las

zonas céntricas de la capital contra el Gobierno de Hipólito Mejía (2000-2004) y las

actividades de Juventud Rebelde en 2003 y 2004 comenzaron a prefigurar una activa

participación de los jóvenes en la vida política del país para este nuevo milenio;

participación visible que venía en declive desde las movilizaciones estudiantiles de los

60, 70 e inclusive desde mediados de los 80, aunque siempre han existido jóvenes

participantes de los movimientos sociales y en el interior de la UASD nunca han

desaparecido ciertos focos de resistencia.

Dos grandes procesos con un fuerte componente juvenil se sucedieron durante los

años 2004 y 2005, y fueron, la lucha contra el Rockash y contra la aprobación de la Ley

Sectorial de Áreas Protegidas, que pretendía cercenar las playas del Parque Nacional

Jaragua (en especial Bahía de las Águilas) y del Parque Nacional del Este; y la lucha

contra el engendro de la Isla Artificial.

En agosto de 2006, se realizó "La Otra Feria", donde un grupo de estudiantes de

diferentes universidades y profesionales, decidieron reunirse para mostrar la Verdadera

República Dominicana frente a "la mentira, la corrupción y la falsedad".

El 2009 fue el año de la lucha contra la cementera en Los Haitises, la más masiva y

destacada de las luchas del momento. Los jóvenes, los organizados y los

independientes, llevaron la voz cantante en este exitoso proceso.

El 2010 fue marcado por tres hitos: la lucha contra la Barrick Gold durante toda la

primera mitad hasta las elecciones de mayo, el Comité Contra el Abuso Policial en

agosto de 2010, que desarrolló una marcha contra la violencia; y las movilizaciones por

el 4% para la educación, que aunque han unido al país, y tienen la participación de los

empresarios, las ongs, los maestros y hasta de los campesinos, destaca la

participación y empatía con los y las jóvenes desde sus diferentes expresiones

asumidas especialmente por el grupo juvenil cerito y cruz quienes realizaron un video

que subieron a youtube retratando la realidad de la educación dominicana.

En el 2011 continua la lucha por el 4% para la educación concentrando a centenares

de jóvenes en los puntos estratégicos y definidos para tal movilización.

El 2012 tiene especial relevancia la lucha llevada a cabo por la Pastoral Juvenil en

donde adolescentes y jóvenes se manifestaron rechazando las intenciones del

congreso dominicano de aumentar las penas a los niños, niñas y adolescentes que

cometieran algún hecho delictivo, acción que permanece puesto que las intenciones

siguen intactas y falta por conocerse en el Senado de la República. En este orden

también hubo un aporte de los NNAJ de Visión Mundial.

Importante es resaltar que una vez se conoció el monto del déficit fiscal heredado de la

gestión del ex presidente Leonel Fernández jóvenes de todo el país se movilizaron

exigiendo se esclarecieran las causas y fuesen juzgados los responsables. Junto a

estas acciones iniciaron un itinerario de juicios públicos en los que condenaban el

desfalco al estado y exigían el cese de la impunidad rampante en el país.

Estos eventos nos endulzan el paladar y nos devuelven la alegría de saber que no todo

está perdido, que la juventud está renaciendo.

Nuestro rol como Iglesia ante los posibles escenarios de incidencia social.

En este tiempo de globalización, nuevas tecnologías y búsqueda de nuevas

identidades el posibilitar organizaciones juveniles que puedan generar propuestas de

ciudadanía y constitución de identidad es un verdadero reto que afrontar. Las y los

jóvenes cada vez están más expuestas/os (llamados/as) tanto en los centros urbanos

como en los suburbanos y rurales a fortalecer sus identidades desde visiones foráneas

y ajenas a su historia y culturas.

Los jóvenes son actualmente el público preferido del mercado consumidor, a ellos y a

ellas se les invita a ser libres, a descubrir el secreto de la felicidad, a ser diferentes,

únicos usando tal o cual marca. La cultura neoliberal promueve la construcción de

individuos-objetos, seres no pensantes, presos de la fantasía y la apariencia. Nuestros

jóvenes son víctimas de un mercado y modelo excluyente y de una modernización que

ha promovido el individualismo alejando a las personas de las luchas por las causas

colectivas y es así como nos hemos encaminado a una sociedad que difiere de las

luchas sociales, nos ven como los malos de la película y se va buscando salidas

individuales a problemas colectivos y sociales.

En este orden el empoderamiento y participación de las organizaciones juveniles

pueden aportar en los procesos sociales, económicos, políticos y culturales, en el

seguimiento de políticas públicas que van encaminadas a ser enriquecidas y validadas

con la participación de una ciudadanía juvenil organizada y consciente de la realidad en

que se desarrolla.

Es vital para estos y estas jóvenes el fortalecimiento de su identidad personal, social,

colectiva desde la apropiación de su historia, la expresión de su creatividad y el

desarrollo de sus propias iniciativas, desde una visión crítica de la sociedad que forman

parte.

Se impone la construcción social de una nueva ciudadanía juvenil que posibilite un

mayor empoderamiento personal y colectivo con miras a la constitución de una

juventud comprometida con la transformación social que favorezca que las y los

jóvenes cuenten con espacios en los que les sean garantizados sus derechos y

sobretodo se empoderen de los espacios de participación ciudadana.

Estimular el desarrollo de una conciencia crítica.

En nuestro trabajo con jóvenes será importante desarrollar en ellas y ellos un interés

por la realidad en la cual viven. Este interés puede facilitarse a cualquier persona de

cualquier edad, sabiendo por supuesto que las herramientas que utilizamos para

conseguir este objetivo varían según muchísimos factores (dónde vive, quién es, qué

quiere, etc.).

Estas herramientas deben ser sólo eso: herramientas. Un martillo y unos clavos nunca

sustituyen el trabajo de la persona obrera, aún si son necesarios o indispensables. Se

ofrecen como instrumentos que deben facilitar a cada persona, a cada joven su propia

búsqueda, de modo que se interese desde sí mismo en su realidad. Creemos en la

capacidad de las y los jóvenes para entender a fondo su propio entorno, y por eso

mismo tratamos de evitar explicarles ese entorno. Es suficiente, en la mayoría de los

casos, con apenas facilitar las condiciones para que ellas y ellos mismos desarrollen

una discusión acerca de un tema, y lo enfoquen desde diversos puntos de vista críticos.

La conciencia crítica implica una visión activa (aún si en principio parte de lo pasivo o

contemplativo) de la realidad. Sabemos que cada joven tiene sus propios rasgos físicos

y emocionales, por lo tanto no hay dos conciencias iguales. Sabemos, además, que la

realidad de cada joven es distinta: aún si viven en la misma comunidad, cada joven

tiene su familia particular, sus amigos y amigas particulares, sus actividades

particulares, y dado que su conciencia también es particular, entonces su relación con

esa realidad obligatoriamente será también particular. Por lo tanto, la conciencia crítica

debe ser apenas facilitada o, mejor aún, simplemente recomendada o provocada, de

manera que surja de la riqueza interior de cada joven.

El interés por la realidad no es algo que deba surgir de la noche a la mañana, pues de

ser así, no habrá surgido de forma natural, y de la mañana a la noche habrá

desaparecido. Por eso hablamos de DESARROLLAR una conciencia crítica. La

conciencia crítica puede nacer del interés del joven por un pequeño fragmento de su

realidad; dicho fragmento, si se somete a su conciencia crítica, la estimulará, la

impulsará a generar preguntas que, a su vez, conducirán a otros fragmentos de la

misma realidad, derivados de aquel primer fragmento. De este modo la conciencia

crítica, tal como si se tratara del aprendizaje de un instrumento musical, cada vez

tendrá más amplitud, y por tanto cubrirá cada vez más la realidad circundante del

joven.

Finalmente, como consecuencia de este desarrollo de la conciencia crítica surgen otros

elementos. Hablamos de fomentar la libertad de expresión, y el desarrollo de una

conciencia crítica inevitablemente estimula la libertad –y, más aún, la necesidad- de

expresión en el joven. Hablamos de la creación de alternativas y propuestas desde los

jóvenes y su realidad, y de una conciencia crítica de las cosas reales que provoca el

sistema adultocéntrico (es decir, que gira en función de todo lo que es adulto); el

desarrollo de una conciencia crítica inevitablemente conduce al joven a aprobar

determinados elementos del sistema que condiciona su realidad, y por ende a

condenar otros elementos de ese sistema, y esto lo conduce a proponer, por iniciativa

propia, alternativas y propuestas para mejorar esa realidad. Esto, a su vez, lo conduce

al compromiso con la transformación de su realidad social, pues se ha convertido ese

compromiso en el compromiso que por naturaleza tiene para con sí mismo y sus

intereses personales: ahora el bienestar de su entorno es su propio interés. Hablamos

de la participación de las y los jóvenes en la toma de decisiones, y el desarrollo de una

conciencia crítica (seguido por el compromiso del que hemos hablado) conduce

inevitablemente a esa participación en la toma de decisiones; lo cual conduce a la

descentralización del poder adulto céntrico, pues el desarrollo de una conciencia crítica,

al fortalecer la identidad del joven, le confiere poder e incidencia reales sobre la

realidad que lo rodea. Vemos nuestro trabajo como un esfuerzo por afirmarnos como

sujetos capaces de tomar decisiones desde una perspectiva consciente y libre.

¿Qué espiritualidad promovemos?

Los y las jóvenes piden respuestas éticas y buscando esa demanda han regresado a lo

sagrado. El joven necesita respuestas éticas ante sus demandas existenciales, si no

las encuentra en la historia la busca en lo sagrado

En estos últimos tiempos ha habido un gran auge en occidente de las filosofías

orientales, de la meditación y de todas las religiones.

Como institución cristiana nuestro rol es seguir a Jesús, pero este seguimiento ha de

darse desde el compromiso asumido con las causas de los y las empobrecidos y

vulnerables.

Aquí la espiritualidad no ha de ser concebida desde mi relación con Dios de manera

exclusiva, esta espiritualidad es comprendida como la hermenéutica de la historia que

explicita y reflexiona críticamente los cimientos que dan soportes a las esperanzas y

visiones de mundo de las corrientes teóricas y sociales.

La espiritualidad significa aquí la conciencia de que el mundo es un fenómeno, que no

es la verdad absoluta ni lo último. La espiritualidad es la esperanza de que la injusticia

que caracteriza al mundo no puede permanecer así, que lo injusto no puede

considerarse como la última palabra, porque el Dios de la vida es el Dios de la justicia y

ha venido para que tengamos vida en abundancia y quienes creemos en él sabemos

que así será y que por eso vivimos y luchamos.

Esta concepción espiritual nos debe conducir a ponernos del lado de los que sufren,

sobretodo cuando los sufrimientos de las personas son irrespetados, no son tomados

en consideración.

No es la riqueza la que confiere dignidad y justicia a nuestra existencia; nuestra

existencia está justificada y somos dignos antes de la riqueza, el poder o el éxito, pues

somos justificados por la gracia de Dios del mismo que se vació del poder porque ama

gratuitamente a toda la humanidad y a toda la creación.

Nuestro gran desafío es ayudar a las personas a entender que la revelación divina es

un proceso donde el ser humano no aprende cosas, sino que aprende a aprender a ser

humano.

Nuestro desafío es la lucha por la construcción de relaciones sociales y económicas

que permitan una vida digna para todas las personas y en la esperanza que nace de la

muerte y resurrección de Cristo Jesús. La vida tiene sentido, el sufrimiento no porque lo

que Dios ha concebido para el ser humano es un proyecto de felicidad y lo que esté

fuere de ese proyecto no es de Dios.

El cambio no se dará solamente con movilizaciones sociales e incidencia contra el

sistema injusto, se requiere de una verdadera revolución espiritual. Una espiritualidad

vivida como un camino que nos lleva a descubrir nuestra condición humana y

reconciliarnos con ella.

Esa reconciliación nos permite, y al mismo tiempo se da en la medida que

compartamos con otras personas y grupos los sufrimientos, los miedos y las

inseguridades (compasión), y también las esperanzas, luchas y alegrías (solidaridad).

Sin el encuentro con las personas que sufren, el cual acontece en la compasión y la

lucha solidaria, no hay encuentro con migo mismo y con el espíritu en medio de

nosotros y nosotras y sin esos encuentros no existe reconciliación.

La espiritualidad es el sentido último de la vida que mueve a las personas y a la

sociedad y por ello es importante que tengamos en cuenta que sin la revolución

espiritual no habrá verdadera revolución social.

Justo es recordar las palabras que en su momento dijera San Pedro Poveda con las que nos

invitaba a asumir el compromiso con la transformación de la realidad “¿Quiénes son los más

valientes, intrépidos, arriesgados?

Los y las Jóvenes. ¿Quiénes son los que tienen ideales? Los y las jóvenes.

Preguntarán: ¿Qué podemos hacer? Ustedes pueden transformar el mundo, ni más ni

menos.

!Oh Juventud, arma poderosa, brazo casi omnipotente, fuerza del mundo!

S. Pedro Poveda.

¿Cuáles eventos pueden identificar en sus comunidades que hayan implicado alguna

acción importante promovidas por los y las jóvenes?

¿Cómo definen el compromiso social de la juventud en sus comunidades?

¿Qué haría falta para que exista una juventud comprometida en sus comunidades?

¿Cómo pueden aportar para que la juventud desarrolle un compromiso social con sus

comunidades?

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